Nosotros, las partes involucradas, deseamos dejar de manifiesto para las futuras generaciones nuestras risibles aspiraciones ante la vida.

Número 1) Tomese nota que: a) ser un indigente que viaja por el país junto a su inseparable perro roñoso. b) Tocar con un saxofón oxidado las canciones más tristes del mundo por unas cuantas monedas en el centro. c) Crearte una armadura intergaláctica y un vehiculo (ninguno de los cuales funciona) con puras latas de tekate y d) Volverte loco.
Son opciones más deseables para las partes involucradas que pasarte el día en una oficina haciendo cosas aburridas (e intrascendentes para la paz mundial) para gente que te cae mal. Así que a menos que sea una oficina en donde se clasifiquen los ultimos pensamientos que tuvo la gente antes de morir o cualquier cosa que tenga que ver con ciencia, es algo completamente indeseable y por lo que el involucrado debe sentirse avergonzado.

Número 2) Las partes involucradas tienen una ambigua opinión sobre el viejo cuento de "Me voy a infiltrar al sitema para destruirlo desde adentro". Demandamos ver tu cara de asco cuando hagas cosas en las que alegas no creer.

Número 3) Diversos estudios científicos demuestran que cuando uno deja de soñar cosas radicales (ej. que se tiene la misión secreta de ayudar a una diminuta lagartija a convertirse en el sucesor de godzilla, que se tiene poderes, que se es invisible, que se es indivisible, etc.) es porque se pierde la escencia de lo que se intenta defender y salvaguardar mediante este tratado. Cuando se sienta que esto pasa, se debe proceder a tragarse todos los cuentos del Dr. Seuss, Etgar Keret y (aunque nos duela) Gabriel García Márquez. Procederá a ver Amelie, Ghost World y Temporada de Patos. Leerá El Principito con los ojos mojados. Su vida pasará ante sus ojos. Sentirá un vacío existencial. Se preguntará que le pasó, pero al final volverá. (Para mayor seguridad de que su sueño califica de radical, por favor consulte el Anexo de los Sueños núm 32.)

Número 4) Nosotros, las partes involucradas, nos negamos terminantemente a madurar.

Kid Robot plasmó en Internet su estupidez un 4 de abril de 2008 a las 12:22 p.m..