El Internet es, a mi parecer, el reflejo de lo mejor y lo peor que tiene para dar la humanidad. No solo es el fenómeno social más grande de los últimos años y la representación misma de uno de los conceptos determinantes de nuestra era: la globalización, es un desafío importante a la interacción humana como la conocemos. Una realidad diferente, en la que no existen los límites físicos, una comunidad ficticia en la que el anonimato nos permite transformarnos en personajes los cuales nunca nos atreveríamos a ser en vida real. Cuando somos transformados en ideas, únicamente representado unas cuantas palabras, imágenes y sonidos, demostramos lo ilusorio de lo conocido como sociedad.

De todas formas… ¿Quién soy yo para hablar de esta importante comunidad humana? A pesar de ser solo un conocedor más de los miles que tiene la triple doble u, nadie puede negar que en mi se puede apreciar a uno de los cibernautas más bizarros que podrán encontrar. ¿Acaso necesito más responsabilidad en cuanto al tratamiento de este tema que la de ser portador del papel de un personaje de mentalidad perturbada que ha perdido años de mi vida en inútiles travesías por este mundo virtual? Dudo mucho que esta enorme perdida de tiempo haya valido la pena, pero no puedo negar que sean estos viajes los que me han definido como la “persona”, aunque para ustedes solo soy un montón de letras, que hoy en día soy.

¿A que vino todo esto? Fue solo con el propósito de dar una relación congruente para mi siguiente pronunciación: la suposición de que debido a mi alta exposición a la red actualmente tengo una percepción diferente de la naturaleza humana, pues tiendo a sobreestimar de formas extrañas aquellos con los que comparto especie, en una más acorde con mi mensaje construcción gramatical: espero más en todos los sentidos de mis congeneres. He sido testigo de la inteligencia, de la estupidez, de lo torcido que puede llegar a ser el deseo del hombre. De la deformación que ocurre cuando una persona se libera de las ataduras sociales. Después de lo que he visto… después de lo que oído… el mundo real me parece tan cotidiano, tan particularmente aburrido, que me es difícil mostrar interés en el.

Aquí he de admitir que en definitiva tengo un extraño problema psicológico, pero supongo que este no es el lugar ni el momento para hablar de el, así que proseguiré con la temática de esta publicación y dejaré la introspección para un futuro quizá no tan lejano.

Empecemos con uno de los temas más controversiales con respecto a este tema, además del poder de la información o el lío de los derechos de autor. ¿Es verdadera la interacción que se da a través de la Internet o no es más que una fantasía? ¿De verdad es más real hablar con alguien de carne y hueso? En si, nadie puede negar que en efecto es más autentico el cara a cara, pues la capacidad de transformarte en una criatura diferente a la que eres realmente disminuye considerablemente, pero aún así se puede prefabricar una personalidad. Las relaciones humanas son solo una ilusión. Todo es un conjunto de percepciones y no somos otra cosa que personajes de ficción. Un montón de sentires a los que la razón transforma en participantes en una vida.

Sin embargo, el Internet si es en esencia irreal. En el solo somos ideas, criaturas incompletas. Un alma sin el caparazón del cual su esencia no se puede separar. ¿Desaparecen las barreras físicas? Estas barreras son inherentes a la naturaleza humana, son las que nos hacen ser quienes somos. Es muy inocente pensar que se puede separar el cuerpo de la mente.

Otro de las particularidades de la Internet, es la creación que ha hecho de su propia subcultura. Desde extraños ídolos urbanos, como la pequeña asesina Nevada-Tan o PedoBear, hasta su propio lenguaje y mitología. ¿Qué es verdaderamente la Internet? ¿La conexión digital entre computadoras o la unión de estas personas que mueven sus conciencias por sobre los limites territoriales de cada país? Es intrigante, hablamos una creación enteramente humana, un mundo donde no hay espacio para lo divino o lo espiritual, la esencia misma de la mente del hombre. Píxeles que como células dan vida a criaturas fantásticas producto de la imaginación humana. No. No es la computadora la que da vida a la red, es la propia mente humana. Como a la literatura, si a la red nadie la utilizara, no seria la red, al menos no como la conocemos. La Internet no es una realidad palpable que se pueda decir tenga una existencia irrefutable.

Mi pretenciosa conclusión seria que la Internet somos todos los que la usamos. La información y el contenido que introducimos en ella nos representan, a toda la raza humana. Perdón por esta conclusión tan anti-climática a mis pretenciones, pero si ahora escribo todo, me quedaré sin temas para futuras creaciones, que no soy alguien creativo.